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Mostrando entradas de diciembre, 2022

AQUELLO NO ERA EL VIENTO

Relato breve inspirado y escrito durante la pandemia por el Coronavirus, en mayo de 2020. Fue publicado en dos compilaciones de textos contemporáneos de autores provinciales y regionales (Veintiuno x veintiuno de Ed. Maiz Rojo y Destejer el Universo en tiempos de pandemia, Es.Me.Cu de Tucumán) Con este texto, algunos colegios han puesto en práctica clases alusivas y prácticas de artes escénicas, literatura y tecnología de la información. Es la historia de un agente del gobierno nacional enviado al pueblo de El Peñón, en la inhóspita Puna catamarqueña, al inicio de las restricciones sanitarias por la pandemia del Coronavirus. El hombre trae permiso presidencial para ingresar al pueblo a dejar una muestra del virus que debe ser depositada bajo siete llaves en El Gran Escorial, un depósito secreto que está al cuidado de don Sinforeano Reales, un habitante común del pueblo. La tensión surge cuando la mayoría se resiste a dejarlo pasar.

DIGNO PUEBLO (himno)

DIGNO PUEBLO   Salve ¡oh Patria Argentina! reluce en lo alto del Ande triunfal; con tu cielo, bandera extendida, la montaña tramada en telar. De carmín fue regada tu historia: resistencia y fecundo dolor, el valor de Varela en la lucha y la fe de tu Santo Varón. “Cabe el nombre en un tiempo de zamba” ¡Catamarca!  y su amor virginal. Al futuro de Patria gigante mil Eulalias lo construirán. Morena del Valle, mamita: ¡Protégenos!  milagrosa sin par tu pueblo siembra y espera paciente, reza y sufre ¡dele trajinar!  Fortaleza de sueños poetas, rica entraña de pura amistad. Pachamama de fruto orgulloso, manso pueblo ¡grita libertad!  Al corrupto galeón de traiciones con unión lo podremos hundir. Rompa el hierro de injustas cadenas digno pueblo dispuesto a morir. ⓒ Carlos Gallo

LA DECISIÓN (cuento)

  LA DECISIÓN   Él, muerto. Esa expiración con desespero propia del último hálito. Los  ojos abiertos, pero sin ver. Las ventanas también abiertas, como para que se  vaya, pero las cortinas quietas. Los tres hermanos, callados, como si algo les  hubiese faltado decir o hacer. Quedó todo así.   El Ángel no. Él ni siquiera movía los músculos de la cara. Si pensaba algo  era para adentro, sin que nadie note nada. Así de enfermo era. En cambio, el  Alejandro era de mascullar. Hablaba, pero entre dientes. Entonces uno se  enteraba de sus ideas macabras por el brillo criminal de los ojos. Y la más  parecida al padre era la Adriana. Increíblemente, ella. Todo lo decía, no se  guardaba nada, y además era buena.   Todo el tiempo habló la Adriana. Dijo que, aunque don Añauque no lo  apruebe, la casa era de ella. Que ella lo cuidó desde que le dio el derrame y que  sus hijos se han criado entre esas paredes. Que, ...